Elegía a mi cámara

Se me ocurrió que quizás las fotografías que tomamos son los fantasmas de momentos pasados de nuestra vida. Presencia constante de lo que fue. Claro, es época de muertos, calaveras y fantasmas y pues uno se pone a pensar en la muerte, aunque en realidad esta entrada tiene un objetivo específico, me explico:

Ya lo sabrán, pero no lo había escrito en el blog, dicen que algunas cosas no son reales hasta que las decimos -o las escribimos-, pero bien que he notado su ausencia lo suficiente como para saber que es verdad, así que aquí va: 

En agosto mi cámara murió :'(

Ok, "murió" es tal vez un eufemismo para decir que tuvo "muerte asistida" o bueno, ya saben, que LA MATÉ -que hay que llamar las cosas por su nombre-.

Sucedió así: 

"alguien" quería fotografías montada en unas piedras en una playita escondida en la isla de Paros, Grecia; y yo, fiel a mi estilo, hice caso omiso de mi ¿6 sentido? ¿voz interna? ¿sentido común? -¿es que acaso poseo alguno de ellos?-, e ignoré mi propio consejo de dejar la cámara en el camastro y tomar un teléfono o mi cámara pequeña -que nuuunca uso porque no me gusta la calidad de las fotos, pero que ES A PRUEBA DE AGUA!!!-. 

Y ya que andábamos en esas, ¿porqué no hacer una foto de grupo? ¿no cargaba yo con mi tripod? ¿ese pequeñito que se retuerce y "ajusta" a cualquier superficie? y mira aquella piedrita, un poco adentro del mar, pero grande y casi plana, parece un buen apoyo para la cámara. Todos en posición, el marco bonito, con el mar azul y las dichosas piedras, el timer listo. Disparo y corro...

El tripié con la cámara y todo al agua. 2 segundos, no miento, apenas me di la vuelta, el viento o la fuerza con la que presioné el botón o el destino, tiraron la cámara. La saqué en 2 segundos, estábamos a la orilla del mar, casi nada de profundidad, pero suficiente.

La apagué de inmediato y saqué la batería. La sequé donde pude y como pude, la protegimos con la más suve de nuestras toallas y ese mismo día visitamos una tienda de cámaras, apenas expuse mi caso el veredicto fue la sentenciaba a muerte. De igual forma seguí los consejos de internet y la mantuve dentro de una bolsa de arroz por 15 días -el viaje apenas había empezado-, hasta regresar a UK. No tenía muchas esperanzas, pero tenía, la saqué en 2 segundos, me repetía.

Murío. El agua fue el menor de sus problemas, los expertos dicen que es posible recuperar una cámara que cae en agua dulce, pero no en la salada agua de mar porque la sal corroe, inclusive si es solo un poquito, es fatal para los componentes electrónicos y para la película de los lentes, etc.



Compré esta cámara con uno de mis primeros salarios, y apenas salida de la tienda  se convirtió en mi compañera inseparable de aventuras. Realmente inseparable, la única que había compartido hasta ahora cada viaje que hecho desde que llegué a Europa, e inclusive desde antes, en México.

En algún momento se volvió objeto de disputas por el tiempo que dedicaba a encontrarle un buen ángulo, un marco, una locación, pero al final yo siempre supe que ella era "no negociable" veníamos juntas, en paquete. 

Es de un modelo muy básico, pero me regaló tanta fascinación y atención al presente y sus detalles y tantísimas más sonrisas al permitirme viajar al pasado con las fotografías que creamos juntas, que para mí era como si tuviera la cámara más sofisticada del mundo.

No la trataba con delicadeza, y me gusta creer que era un mutuo acuerdo: explorar como quisiéramos, sin reparar en rasguños. Quiero pensar que vivió una vida bien vivida, y que murió haciendo lo que más nos gustaba hacer "memorias".

El fantasma de mi primer cámara me acompañará por siempre, en tantas y tantas imágenes, en tantos recuerdos de mi vida, y probablemente será el único fantasta del que no estaré asustada, jajajaja.

Hasta siempre, mi gasparína!

Pris


Comentarios

  1. El mejor homenaje a la mejor compañera que puede existir, descanse en paz

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