Cuatro Ciénegas, Coahuila: El valle encantado.


Cuando planteamos la siguiente aventura, sabíamos que debía ser en un estado de la República desconocido por ambos, eso era todo. Tras recurrir, como de costumbre, al especial “Pueblos Mágicos” de México Desconocido, el gusanito de la curiosidad se infiltró dentro de nuestras mentes:
-¿Y si para variar, vamos hacia el Norte?
-Pero es muy peligroso.
-Pero no conocemos casi nada de por allá.
Y fue así como mi acompañante, apelando a la aventurera, exploradora, y microbióloga que hay en mí, me convenció de ir a Cuatro Ciénegas, -bueeeno, así que diga que trabajo taaaan difícil es convencerme de viajar, pues la verdad no, pero la fama de inseguridad del Norte suponía una restricción mental fuerte en mi impetú de viajera.
Así que aquí un breve, pero significativo viaje visual cargado de belleza.
Con poquitos días de vacaciones, la única ruta posible era la aérea, así que salimos del aeropuerto de la Ciudad de México –en el que casi nos cierran el mostrador para hacer check-in-, con rumbo a la ciudad de Monterrey.
Finalmente logré una fotografía aérea y nocturna con forma de algo! Con ustedes: Monterrey, N.L. -o al menos parte de sus lucecitas-.

Saliendo de la terminal C, caminamos por la carretera pues según la gente local, nuestro hotel –Ibis- se encontraba a 5 minutos de ahí. –Nota mental que parece que no aprenderé jamás: La gente de provincia no tiene sentido de la proporción espacio/tiempo. Después de un -no tan corto- periodo de tiempo llegamos.
Por $503, el hotel ofreció ni más ni menos que un lugar aceptable para pasar una noche, pero no más, y cuando digo “no más” estoy siendo exacta, ni siquiera jaboncitos o botellitas de shampoo, todo el jabón que se requiera sale de un dispensador al más puro estilo baños públicos.
Al día siguiente, después de un desayuno buffet aceptable también, el transporte del hotel fue amable y nos llevó de nuevo al aeropuerto, donde abordamos un shuttle hacia la central de camiones de Monterrey y posteriormente un camión a Monclova -$320 en total, por persona-.
El camino fue largo, el camión hizo parada en cada tienda, pueblo y vías del tren que se presentaron, pero al menos pasaron un par de películas entretenidas –una de ellas, The Lorax, conmovedora incluso-; y sobre todo, el viaje estuvo adornado de un paisaje sobrecogedor: cumbres a lo largo y ancho de nuestro camino.

Después de 8 min. en la central de Monclova, estábamos de nuevo en ruta hacia nuestro destino. 

Cuatro Ciénegas de Carranza apareció abruptamente anunciada por Venustiano Carranza –a que no adivinan por quién el pueblo se llama como se llama?-  en las alturas, y tras un retén militar.
Cada una de las 7 horas de camino, desde que salimos del Ibis en Monterrey, hasta que tocamos el piso ardiente de Cuatro Ciénegas valieron el tiempo.
A unas cuadras de la central camionera, la Plaza central se presenta como un vergel en medio de calles amarillas y marrones incandescentes. 

"El varón de Cuatro Ciénegas" vigilante de su terruño, desde la plaza central.

Para nuestra fortuna, nuestro Hotel “Misión Marielena” en contra esquina de la plaza, satisfizo nuestros ya demandantes apetitos y nuestra búsqueda de comodidad.

Lo mejor de la comida. Este pay de queso con frescas fresas recién incorporadas fue un verdadero manjar para mi paladar dulce.

Interior del hotel. Un lugar tranquilo, bonito, acogedor. Definitivamente $1300 por las dos noches que pasamos aquí fue un precio justo.

Este primer día lo dedicamos a pasear por el pueblo.


Yo, admirando la Iglesia de San José.

Pequeñas preciosuras cieneguenses. La chiquita de blanco al verme como maniaca fotografiando cada detalle me gritó desde la acera de enfrente - "¡Tómame una foto!"-, y al cliente lo que pida, pero en vez de una, capturé a las tres amigas. -Por cierto, mi favorita es la chiquis de en medio, por supuesto, no tiene nada que ver que la muy inocente me haya dicho que estoy muy bonita, sólo fue su sonrisa, jajajaja-.







San José, desde el quiosco.











San José al anochecer. -Ya sé, el pueblito no es muy grande... aunque aclaro, sí tiene más cosas que ver, pero ya estaban cerradas :P-


Después, a pedir informes del Área Natural Protegida. Los amables trabajadores del hotel nos contactaron con Don Ramiro, quien por $600 se ofreció a ser nuestro guía particular de tiempo completo –y nos llamó “matrimonio” por cierto ;)-.
El valle de Cuatro Ciénegas, área natural protegida.

Un valle encantado he dicho, y pues sí, hace 25 millones de años, la madre Tierra decidió que en este rinconcito apartado se formaran 6 sierras, dejándolo encerrado, cocinando un ecosistema que iría adquiriendo forma y encanto a lo largo de los años.

DUNAS DE YESO
A las 8:00h partimos hacia la aventura, Don Ramiro como buen cieneguense , sabe que entre más temprano mejor si no se quiere morir achicharrado y deslumbrado en las Dunas de yeso, así que hacia allá nos dirigimos.


Panorama desde el auto en movimiento. La delgada y remota línea blanca que se dibuja contra los cerros azules fue la primer visión que tuvimos de las dunas. 

Cuenta la leyenda -jajaja-, que las dunas de yeso se formaron por el sulfato de calcio (sí, sí, nombre químico del yeso) que se depositó al secarse el mar de Tetis -que solía ocupar la región-.

 ¿Mar de Tetis? ¿Sulfato de calcio? ¿Qué no estaba escribiendo de un viaje? jajaja, pues sí, pero por fortuna o desgracia, soy Química, y además aficionada de la Historia, así que aquí viene el cuento:

Si recordamos nuestras clases de primaria, en el origen, el mundo era una sola masa de tierra -Pangea-rodeada por agua, que después de muuuuchos años, se empezó a mover y a dividir en dos mega continentes: Laurasia y Gondwana, formando así dos océanos, o mares -según quien lo diga-: el de Pantalasia, y el de Tetis.

Bueno, pues resulta que el valle de Cuatro Ciénegas estaba sumergido en Tetis, cuando estas tierras emergieron, el agua se evaporó, otros elementos se los llevó el viento, y lo único que se preservó fue la sal más pesada, el sulfato de calcio. Que por acción del viento,y gracias a las sierras que rodean la región, se conservó y acumuló, formando, para nuestro deleite, las espectaculares Dunas de yeso. 

¿Qué tal eh? -obvio, mi versión de los hechos es para niños de pecho, pero bueno, no podía dejar de decir algo que para mí fue sumamente impresionante-.


File:Laurasia-Gondwana-es.svg


Calma, calma, ya vienen las fotos:


Pisando, oficialmente, las dunas de yeso.


A la entrada unas mesitas, digo, por si alguien quiere hacer un picnic a 40°C.

Dunas y matorrales a la entrada, cada vez se pone mejor.


Y aquí, otra historia.

Don Ramiro cuenta que solía haber una fábrica que se dedicaba a extraer yeso de aquí, ¿por qué? bueno, no era un Área Natural Protegida y además, la pureza del sulfato de calcio es del 97%, haciéndola baratísima, pues prácticamente ya no había que purificarla después.

De aquellas épocas, solo permanecen formaciones como estas. Capas de yeso antiquísimas, que son lo suficientemente duras para que una excavadora prefiera dejarlas en paz e ir en busca de un lugarcito más blandito.
Gracias también a esta fábrica, las dunas antes absolutamente blancas, se contaminaron con otro tipo de material, que tiene la apariencia de arena "normal", y que le da las sombras al paisaje.

Aunque hay espacios donde el blanco prevalece. 

Y ahora, hablemos de la vida. Capas y capas de yeso por suelo, temperaturas extremas, vientos que soplan con intensidad... y la vida se aferra.


Esperanza. Como estas hojitas minúsculas, sostén de otras especies, encontré varias, brotes de esperanza que surgen en las condiciones más adversas, y como premio o maldición, algunas, como la "Cenicilla" y la "Oreja de ratón" reciben el título de especies endémicas, es decir, que sólo existen en este lugar en el mundo. ¿No es un grito de auxilio y protección? ¿No es un claro llamado de la naturaleza al respeto de sus ecosistemas?

Contra toda probabilidad, los brotes, crecen en arbustos que decoran la soledad del desierto.

Pero aún de adultos, la vida no es sencilla, a fin de cuentas, su suelo es arena que el viento mueve, dejando sus raíces muchas veces expuestas. -Adoré esta foto, por cierto-.

Un poco más de vegetación.


Y ahora vida animal. No pues además de Don Ramiro, Francisco y yo no había otro ser animal visible, pero para el ojo experto de un guía, la vida aparece grabada en arena. Aquí, huellas de coyote, aunque también vimos el rastro de una rata canguro y una lagartija.

Y ahora, con ustedes, la atracción principal -o al menos hasta donde los guías te llevan-: El castillo!

Opuestos de verde y rosa, con el castillo blanco de fondo. ¿A poco no parece un paisaje de otro planeta?

Otro tipo de vida: los miembros de la expedición:

Don Ramiro, como parte viva del desierto, caminando hacia adelante a pesar de las adversidades. -En este caso, la adversidad era una niña con una cámara tratando de fotografiarlo ;)-.

Es de mala educación, pero sigo yo, la autora intelectual de los hechos:

Vuela sombrero, se libre! 

Como cabrita de monte que soy, aún en la cima del castillo, y con  peligro de caer, tenía la necesidad imperiosa de trepar todo lo considerase trepable.




Don Ramiro se jactaba del grandioso día que nos había sido brindado, el cielo nublado y el viento fresco, permitieron que recorriéramos por más tiempo del usual las dunas. Sin embargo, el sol hizo su aparición, y fue momento de movernos físicamente, aunque las dunas siguen en nuestros sueños más felices.

EL INTER
Pues a la salida de las dunas, justo en frente, se encuentra esta sierra, precedida por un territorio plano y verde, y que según Don Ramiro, "Mr. hombre más rico del mundo" -sí, el obeso dueño de casi todo en México-, compró estos terrenos -yo pensé lo mismo ¿qué no es un área protegida?!-, pero el asunto no acaba ahí, sino que el muuuuuuy bestia, quiere construir casas para extranjeros retirados! que se le pudra el tamal si lo llega a hacer, el muy bastardo.

El territorio que esperemos siga como en la fotografía en un par de años -sí, sin casas, sin gringos con shorts caqui, gafas de sol y sombreritos-.

Pero bueno, regresando al tono dulce y medio ensoñado, aquí los montes de nogales, en los que habitan pumas y osos negros :3



Y plantitas plagadas de espinas que saben como defenderse de los invasores. -Grrrr!-

POZAS


Esta sierra no comparte la vegetación de la anterior -con tanta diversidad no es extraño que todo en Cuatro Ciénegas sea único-, pero sus colores y formas merecían una fotografía -más aún, una visita!-.
Camino a las pozas, la vista siempre es majestuosa.

Modulo de información donde pagamos la entrada a las dunas y la visita a las pozas ($110 en total por los dos, -no es una ganga?-).


Por si yo no lo he dejado claro.


En el valle existen más de 400 pozas, muchas con especies únicas y todas con condiciones fisicoquímicas exclusivas de ellas... abiertas al público: 2. Sé que está bien, que es lo correcto para preservar el ecosistema, aunque mi pequeño y casi insignificante lado egoísta hubiese matado por recorrerlas todas! jajaja.


Esta es la primera: La poza de las tortugas. Aunque en esta fotografía me salió más como una pintura de mi amado Claude Monet.


Y aquí la estrella de la poza, la tortuga bisagra, emblema del pueblo -tanto que su escudo tiene la forma de su caparazón. No sé si se alcanza a ver, pero al fondo otra especie endémica, la trucha Minckley -en honor al gran científico extranjero que vivió en una cueva de la reserva para estudiar el lugar, y gracias a cuyo trabajo, la zona se declaró área protegida :3-.


A 1km, la afamada Poza azul, parte del sistema "El Mojarral".
Por un extremo, el agua subterránea forma la poza, al fondo, la salida del agua que pasa, también subterráneamente, a formar parte de alguna otra poza en el valle.


Los colores se deben a su composición mineral y a las diferentes profundidades de la poza. En la parte más oscura, los científicos han logrado alcanzar hasta a 7 metros de profundidad, después de los cuales, el agua sigue circulando, pero la forma de la cueva impide el paso de intrusos...


Posibles intrusos. -A quién engaño, todos sabemos que mi límite actual de extremosidad, está en el agua y sus profundidades... bueno, está bien, en el agua y mi cabeza sumergida en ella-.

Llegó la hora de bañarse en el río Mezquites, el único cuerpo de agua en donde está permitido darse un chapuzón.

Camino al río, el agua que, literalmente, brota del suelo, más la poca que se acumuló de la reciente, escasa lluvia, forman reflejos de fantasía.

La parte más tranquila del río, donde no encuentras gente, y donde por supuesto, no nos metimos.


Aquí sí, hay palapitas para dejar tus cosas, y para las personas precavidas -no nosotros-, para comer tranquilamente mientras los niños nadan. ¿Agua fría, verdad? -justo lo necesario para el calor seco sofocante del desierto.


Foto acuática. Yo presumiendo mi diseño de uñas -sí casi pierdo la vista al hacerlo-, y los piececitos de bailarín de Francisco al fondo.

Trucha Minckley rondando mi pie!

Y bueno, la microbióloga que llevo dentro se regocija ante esta fotografía 



Claro que no pude ver ningún "bichito", pero saber que estos estromatolitos, cúmulos de cianobacterias han sido parte del origen de la vida, casi me hace llorar de la emoción -un pañuelo, por favor-.

Y este paraíso, para todos tiene... Advertencia! la siguiente imagen puede herir susceptibilidades, y no es apta para todo público, contenido para gente de mente abierta.

 Amor libelulesco. Estos amantes primero cruzaron -así juntitos, como en la foto-, volando frente a nosotros, y después se posaron en esta hojita a seguir con su romance. Ahhhh -suspiro-.

Y bueno, como antes dije, no llevábamos alimentos, no desayunamos, y ya eran casi las 16:00h. Sí, había llegado el momento de lo inevitable, regresar a comer, o morir, y si moríamos ¿quién les contaría de las maravillas del lugar? jajaja, Bueno, sólo teníamos muuucha hambre y ya. Así que regresamos.

Después de una basta y deliciosa comida en el restaurante "La Casona" -adivinaron! frente a la plaza principal-. Fuimos a la casa de la cultura, el museo Venustiano Carranza, y por suicida que parezca después de horas de caminata, caminamos hasta la salida del pueblo para subir al mirador de Don Venustiano -sí el de la foto del principio-. Yo casi tuve que arrastrarme de regreso, pero cada uno de los pasos que mis botas dieron, no lo cambio por nada.

Casa de la Cultura, donde Venustiano Carranza vivió de casado. A la derecha se observa el escudo del pueblo, que como dije tiene la forma del caparazón de la tortuga bisagra .3

Fósil encontrado en la región. También en la casa de la cultura. 

Del interior del Museo Venustiano Carranza no se permite tomar fotografías, pero no puede dejar de visitarse la casa en donde el escritor de la Constitución que aún nos rige, ex-presidente de México, y más importante aún: Primer presidente en declarar un área natural protegida (el desierto de los leones, acá en el DF), nació.

Este viaje continuó de regreso a Monterrey, pero esta entrada ya ha sido muy larga, con todo y que dejé aparte infinidad de imágenes, así que próximamente, la continuación en tierras regias.

Hasta entonces no me queda más que seguir embelesada con las maravillas de un rinconcito norteño del país, que a causa de la inseguridad, ha perdido turismo extranjero, pero que ahora que lo he visitado, como dice Don Ramiro: "Rodeado por sus seis  sierras, está como en una burbuja"... como en el origen del tiempo... como en el origen de la vida.


Me quito el sombrero ante Cuatro Ciénegas, ante la Naturaleza, ante el tiempo ;)

Pris

Comentarios

  1. Jajajaja no podia esperar menos de mi sis.
    Hermosas fotos, y q buen viaje, me da mucho gusto q se la hayan pasado de lujo.

    Gracias por tus entradas tan originales como chistosas e importantes, te mando un abrazo sis y espero la siguiente entrada :D

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  2. deberia haber una forma de suscribirse y q me llegaran boletines! jajajaja me encanta como escribes y de la fotos ni que decir, muy buenas, la naturaleza siempre ha sido y siempre sera magnifica!
    n.n

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    1. Al cliente lo que pida. Según esto ya le puse una forma de suscripción, pero sabemos que la tecnología no es mi fuerte, pruébalo haber si funciona. :)

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  3. Hay me encantoooo la parte de las tres niñitas... bn tiernas!!!

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    1. Como tú!!! :3

      -ok, no- (bien Joss ;)

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    2. Hola, te escribo desde una ONG chilena que se llama ComunidadMujer. Quería saber si nos autorizarías a utilizar una fotografía tuya (la de las niñitas) en un saludo de fin de año, poniendo el crédito, por supuesto, de tu nombre. Por estos días impulsamos una campaña que tiene que ver con las niñas, así que me hace todo el sentido del mundo. Me cuentas. Mil gracias!

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    3. Hola Claudia, seguro! cuando hagan su publicación me puedes mandar el link para que pueda presumir que publicaron mi foto en su sitio? Muchas gracias por contactarme! :)

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  4. Hola, te escribo desde una ONG chilena que se llama ComunidadMujer. Quería saber si nos autorizas a utilizar una fotografía tuya (la de las niñitas) en un saludo de fin de año, poniendo el crédito, por supuesto, de tu nombre.

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  5. Prissss usa estas fotos para el concurso estan hermosas y creo q aplica para todas las categorias (vida silvestre con las libelulas *o*) bueno es mi opinion jajaja espero te animes, te quierooooooo

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